domingo, 27 de diciembre de 2015



Nunca más-

Buenas noches chicos!! Después de un tiempecito, os traigo esta nueva entrada donde os voy a contar la mejor experiencia, y una de las mejores sensaciones que he tenido el placer de vivir. Espero que la espera haya merecido la pena!! Aquí va:



Cada vez que lo recuerdo, me entran escalofríos.

Es una mezcla de sentimientos. Por un lado emoción, pasión, y mucha curiosidad,  pero por otro lado tristeza y rabia. Era consciente de que me encontraba en el lugar donde miles de personas habían sido asesinadas.

El primer recuerdo que tengo es la entrada del campo de concentración de Auschwitz, con su famoso mensaje “el trabajo os hace libres”.  Libres, eso es lo que creían que eran aquellas personas que se bajaban de los trenes con sus chaquetones de pelo, para abrigarse en la temporada de invierno, ignorantes del futuro, del futuro próximo, que iba a acontecer.









Pasear por la alambrada, visitar sus “lujosas habitaciones”, con sus “confortables” camas de madera. Todas las vitrinas llenas de maletas con los nombres de aquellos que no pertenecían a la dichosa raza aria; de incontables prótesis; sus cubiertos, peines y ropa.

Les quitaron absolutamente todo, incluido su pelo y su propia vida.

Dijeron que el pelo lo utilizarían para hacerse abrigos, pero ¿y su vida?, ¿de qué les servía quitarles la vida?, ¿qué mal les hacían?, ¿les impedían algo?

Miles de preguntas que no tienen respuestas. Solo las que tu quieras darle.
Si todos aquellos judíos eran números, ellos eran basura. Una basura totalmente despreciable. Esta es mi respuesta, ¿cuál es la vuestra?

Auschwitz II-Birkenau, así se llamaba el segundo campo de concentración que construyeron en Cracovia, tras completarse la estancia del hotel de tres estrellas, que habían fabricado para ellos. Un segundo campo, muy diferente del primero, pero hecho con el mismo odio. El número de estrellas, quizá por un lado, bajaba a dos, ya que se trataba de enormes, con las camas y los servicios en la misma habitación. Y por otro lado,  ascendía a cinco, ya que poseían mayor intimidad: los barracones de la izquierda para las mujeres, y los barracones de la derecha para los hombres.




Y hasta aquí llega mi crítica al llamado “gran holocausto” de la Segunda Guerra Mundial.

La experiencia que más me ha marcado, y por tanto, el viaje que más recordaré. Asique, aprovecho para deciros, que si sois igual de curiosos que yo, y os apasiona este tema, os animo a que si tenéis la oportunidad de visitarlo, lo aprovechéis, porque sino, os arrepentiréis de no hacerlo.

“No hay relato más real, que el de vivirlo tu mismo”.


Selene Martín Guerrero