Ciudades con encanto-I

Como cada primera semana de Agosto, mi familia y yo, emprendimos el vuelo hacía un nuevo destino, con muchas ganas e ilusión. Durante el viaje, las risas están aseguradas, así como el sueñecito que nos echamos incómodamente en el avión. Sin duda alguna, las horas de vuelvo son lo peor: incomodad, aburrimiento, piernas engarrotadas…me preguntareis: ¿Tan malo es ir en avión? Pues lo cierto es, que cuando tienes muchas ganas de conocer una nueva ciudad… “ Las horas no pasan volando”.

Pensando que el camino en taxi iba a ser, por muy largo que fuera, mucho más llevadero, no fue así. Durante aproximadamente media hora-cuarenta y cinco minutos, temimos por nuestras vidas. No solo las maletas rebotaban en el maletero. Parecía que estábamos viendo la ciudad montados en caballo, y casi saludando con un beso a las personas que iban sentadas en el tranvía.

Tras el mal trago, llegamos al hotel. Un hotel que os recomiendo totalmente. Se encontraba en el centro de la ciudad, concretamente en Karlova, 10. Su situación era perfecta, ya que estaba a tres minutos del puente de San Carlos, y a diez minutos de la plaza de la Ciudad Vieja.

También, tengo que destacar el fantástico trato recibido. Nuestra estancia en el hotel, fue muy acogedora. Cuando están pendientes de ti, de que no te falte nada, y de que estés a gusto, es de agradecer. Y si, además, chapurrean un poquito español, te ganan totalmente.

En cuanto al restaurante del hotel, también muy recomendable, eso sí, debo informaros que era más caro que otros restaurantes, pero, también tenemos que tener en cuenta que estábamos frente a uno de los grandes monumentos, de la que bauticé como: Ciudad de los puentes.

En general, lo que se suele decir, una muy buena relación de calidad-precio.

Pero lo mejor del hotel, no era su situación con respecto a los lugares que visitar, y su espectacular comida, sino el despertarse todas las mañanas, mirar por la ventana, y pensar: estoy en el lugar perfecto.